lunes, 3 de octubre de 2011

MARUJA TORRES PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Sanidad pública: el buque fantasma
MARUJA TORRES 25/09/2011

La primera vez que estuve en el edificio de traumatología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona fue hace poco menos de diecisiete años, para una consulta que dio lugar a una exitosa operación en la rodilla y una excelente relación con el doctor Joan Nardi, jefe del servicio y una de las personalidades más sensatas y divertidas que he conocido, con o sin bata. Tengo fe ciega en él y sus diagnósticos: nunca engaña, ni pone paños calientes, ni permite que uno pida milagritos. Ayuda mucho a encajar la realidad y a torearla.
Maruja Torres

"El esfuerzo de todo el personal sanitario puede destruirse por decreto en dos días"Mi rodilla -y mis huesos, en general- encontraron en ese edificio azul y blanco, grande y sólido, emblemático, una especie de hogar sanitario. No, una especie, no: un hogar sanitario real, serio. Entrar y salir, tanto por urgencias, con muletas -porque no tiene peldaños-, como subiendo la escalera principal con un bastón o ya sin él y casi bailando, entrar allí, digo, nunca fue para mí motivo de desazón o recelo. Me abría paso por entre los pacientes internos que, en silla de ruedas o más o menos perjudicados, tomaban el sol a la entrada y fumaban. Me metía como podía en los atiborrados ascensores, concebidos para albergar holgadamente una camilla, me arriesgaba a subir y bajar y viajar en el ascensor, con tal de no perderlo. Cuando frecuentaba la sala de rehabilitación, en donde tantas lecciones de humanidad recibí -tanto sufrimiento verdadero, entre aquellas paredes-, me sentía segura, como en todo el edificio y, más adelante, en la construcción principal. Tuve hospitalizados a parientes, a amigos, pasé angustias, me deprimí saliendo y dejando atrás tanto dolor, tantos dolores, tantas vidas que, en su momento de máxima fragilidad, encontraban en la sanidad pública, al menos, la seguridad de recibir aquello por lo que habían estado pagando durante años, décadas de trabajo.
Ayer volví a pasar consulta. No había ido desde abril: antes de iniciar la gira de mi último libro, mi traumatólogo predilecto me echó una ojeada y me dijo que podía afrontarla. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces? ¿Cuatro, cinco meses?
Me cuesta referir aquí lo que ayer hallé, cómo ha arrasado la política de recortes -aquí y ahora de la Generalitat convergente; aunque ya antes empezó a moverse el piso- aplicada sin piedad y a rajatabla. Las cifras sobre Vall d'Hebron, conocidas públicamente -como las que afectan a todos los centros sanitarios públicos- gracias a filtraciones y a sindicatos, se convierten en un rudo mazazo cuando se encuentra una frente a sus consecuencias. Algo que ha costado tanto construir puede destruirse por decreto en dos días. El esfuerzo de médicos, enfermeros, celadores, camilleros, de todo el personal sanitario: a tomar por saco. Qué satisfechos deben de sentirse los gobernantes globales. Vosotros os esforzasteis por levantar cabeza durante siglo y pico, nosotros os achantamos de hoy para mañana. Así. Sin complejos. ¿Hay grandeza en esa manera de gobernar? No me lo parece. Ser un mandado es ser un mandado, aunque quien pague los platos rotos y los recados servidos sea el ciudadano raso.
De modo que las 7.000 operaciones que dejarán de realizarse este año en el complejo Vall d'Hebron, las 56 camas eliminadas definitivamente, y las que caerán; y los cierres que vienen, y lo que está sucediendo en ambulatorios, en otros hospitales... Todo ello se materializó ante mis ojos. Y el edificio vacío de traumatología de Vall d'Hebron se convirtió en la metáfora viviente de la ruina moral y social en que hemos entrado en este invierno de nuestro descontento que se inició con la crisis más grande, sí, pero también gestionada por los inútiles más audaces y despiadados que hemos conocido.
No había enfermos ni había camillas ni había enfermeros ni había prácticamente luz en la planta del servicio, cuando salí del vacío ascensor. Han desaparecido las personas de recepción que nos acogían. Nadie circula por los pasillos, nadie espera en la salita.
Y nadie tuvo que contarme lo que contemplé, lo que sentí. La impresión de naufragio de algo mucho más grande que nosotros, algo que nos unía. Yo me resisto a llamarlo Estado del bienestar, y lo definiría más bien como estado de reparación de injusticias, de redistribución de la riqueza que hemos generado.
Cómo duele ese edificio a media luz. Pero sólo a quienes nos importa.

jueves, 16 de junio de 2011

Video "infiltrados" en la manifestación 15 Junio

Una vez más los mossos infiltran a su gente para rebentar las manifestaciones, como pasó el 1 de Mayo. Pero esta vez se ha grabado.
Os dejamos enlace al video y sacad vuestras conclusiones:

http://www.youtube.com/watch?v=BKTe7RvUHMU&feature=player_embedded

Video "infiltrados" en la manifestación 15 Junio

Una vez más los mossos infiltran a su gente para rebentar las manifestaciones, como pasó el 1 de Mayo. Pero esta vez se ha grabado.
Os dejamos enlace al video y sacad vuestras conclusiones:

http://www.youtube.com/watch?v=BKTe7RvUHMU&feature=player_embedded

lunes, 30 de mayo de 2011

LOS OTROS

PLATAFORMA DE INDIGNADOS

Las protestas se iniciaron simultáneamente en las distintas ciudades y fueron convocadas por la plataforma Democracia Real Ya a través de redes sociales de Internet. Fueron especialmente concurridas en ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga, Alicante o Valencia. En la capital de España los convocantes lograron llenar la céntrica plaza de Cibeles con gritos de "esta crisis no la pagamos", "no más corrupción, pasamos a la acción", "manos arriba, esto es un atraco", "PSOE-PP la misma mierda es" o "futuro de mierda, trabajo precario". La plataforma elaboró un manifiesto en el que muestra la preocupación e indignación de los ciudadanos por las consecuencias de la crisis económica y la respuesta política a la misma. "Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos.
Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros...", resumen los convocantes de las protestas.
En ciudades como Barcelona, Mérida o Palma de Mallorca, los manifestantes reclamaron que los poderes públicos respeten derechos básicos "como la vivienda, el trabajo, la cultura, la salud, la educación, la participación política, el libre desarrollo personal y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz".
Los valencianos, al igual que los de otras ciudades, su hartazgo por las "reformas antisociales" expresaron y criticaron a "los bancos, que han provocado la crisis, suben las hipotecas y se quedan con las viviendas". En una comunidad tan marcada por la corrupción, Valencia, en la que la cúpula del PP que gobierna la Generalitat está imputada o vinculada a la trama corrupta Gürtel, los manifestantes pidieron cuentas al grito de: "Corruptos del mundo, venid; delitos veréis prescribir",
Barcelona también logró reunir a varios miles de personas, que llenaron la plaza de Cataluña: "¡No somos una mercancía!", se quejaban. Unos 1.500 jóvenes alicantinos pidieron, por su lado, "el banquillo" para "la banca", y clamaron contra los efectos de la crisis: "Esto no es una crisis, es una estafa". En las distintas protestas hubo llamamiento a los transeúntes para que se unieran a las protestas: "No nos mires, únete", se oía decir.
El movimiento pacifista convocante de las protestas nació a comienzos de abril en la universidad y consiguió despertar a muchos jóvenes con el lema "sin casa, sin curro, sin igual que los de otras ciudades, su hartazgo por las "reformas antisociales" expresaron y criticaron a "los bancos, que han provocado la crisis, suben las hipotecas y se quedan con las viviendas". En una comunidad tan marcada por la corrupción, Valencia, en la que la cúpula del PP que gobierna la Generalitat está imputada o vinculada a la trama corrupta Gürtel, los manifestantes pidieron cuentas al grito de: "Corruptos del mundo, venid; delitos veréis prescribir",
Barcelona también logró reunir a varios miles de personas, que llenaron la plaza de Cataluña: "¡No somos una mercancía!", se quejaban. Unos 1.500 jóvenes alicantinos pidieron, por su lado, "el banquillo" para "la banca", y clamaron contra los efectos de la crisis: "Esto no es una crisis, es una estafa". En las distintas protestas hubo llamamiento a los transeúntes para que se unieran a las protestas: "No nos mires, únete", se oía decir.
El movimiento pacifista convocante de las protestas nació a comienzos de abril en la universidad y consiguió despertar a muchos jóvenes con el lema "sin casa, sin curro, sin pensión y sin miedo". Los organizadores se mostraron satisfechos con el seguimiento de las protestas